Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, se retiró a Galilea. Y dejando la ciudad de Nazaret, se estableció en Cafarnaúm, junto al mar, en los confines de Zabulón y de Neftalí. Para que se cumpliese lo que dijo Isaías el profeta: «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino de la mar, de la otra parte del Jordán, Galilea de los gentiles. Pueblo que estaba sentado en tinieblas, vio una gran luz, y a los que moraban en tierra de sombra de muerte les nació una luz».
Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: «Haced penitencia, porque el Reino de los cielos está cerca». Y andaba Jesús rodeando toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos y predicando el Evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia del pueblo. Y corrió su fama por toda Siria, y le trajeron todos los que tenían algún mal, poseídos de varios achaques y dolores, y los endemoniados, y los lunáticos y los paralíticos, y los sanó. Y le fueron siguiendo muchas gentes de Galilea y de Decápolis y de Jerusalén y de Judea, y de la otra ribera del Jordán.
«3 hours of beautiful instrumental music» © Compartido en Youtube por Peder B. Helland
¡Ay, si yo pudiera
girar la bola del mundo
hacia el ‘cerca’ del Reino de Dios!
Abrir la esperanza del pobre
como se abre una conversación.
Encender sueños imposibles
con el primer destello de sol.
Cerrar para siempre las casas
en las que viva una persona sola.
Decir a nuestros parados
que se pongan en circulación.
Escribir en las residencias
¡Aquí no se aparcan mayores!
Gritar en todos los templos
que Dios nos espera fuera.
Dibujar en la cara del triste
una sonrisa imborrable.
Descontaminar nuestro planeta
de tanta noticia falsa.
Verter por el sumidero
todas las heces del odio.
Poner a tanto ensimismado
a dormir con un dolor ajeno.
Decir a las buenas personas
que al morir dejen herederos.
(Seve Lázaro, sj)